El trasfondo narrativo
La terapia narrativa evolucionó en la década de 1980 a partir del pensamiento y la práctica de Michael White, un australiano, y David Epston, un neozelandés, dos trabajadores sociales que abordaron la práctica de la psicoterapia con la idea de que la respuesta del individuo a su propia experiencia la convierte en, no el terapeuta, el experto.
La terapia narrativa supone que el problema en sí es el problema: en otras palabras, el cliente no es el problema , y que las historias que se cuentan constituyen la verdad subjetiva de una experiencia de vida.
El enfoque se centra en separar a las personas de sus problemas. “¿Cuándo entró la ansiedad social por primera vez en su vida?” es una pregunta introductoria típica. Esto separa al cliente del problema: tú no eres tu ansiedad. La pregunta está dirigida a localizar el arco de la historia del individuo con compasión y aceptación.
En esta formulación, el respeto por el cliente siempre da forma al proceso de terapia narrativa. Te ayudamos a crear una nueva historia que revele al héroe anónimo que llevas dentro.
Queremos decir que fabricar máquinas y cambiar nuestras narrativas conduce a cambios en nuestro comportamiento y comprensión de nuestras vidas. Nuestras historias se basan en nuestras experiencias y éstas, a su vez, nos ayudan a encontrar nuestra voz. Esa voz y esa historia son la forma en que descubrimos la verdad de quiénes somos.
El proceso narrativo
Nosotros, como terapeutas, nos embarcamos con el cliente en la identificación de temas dominantes dentro de sus narrativas. A través de la “externalización”, lo ayudamos a distanciarse de sus problemas y, en el proceso, a diferenciarse de la historia a medida que la deconstruye.
Esto abre la puerta para ayudarte a cambiar la narrativa y esbozar una historia alternativa. La nueva historia tiene dos propósitos: ayuda a cultivar la autoestima, reestructura experiencias pasadas y nos ayuda a romper patrones repetitivos y avanzar hacia nuevas historias y posibilidades.
